11 de agosto de 2014

El contra M-20: CASA de Padua

      


     Tarde soleada de domingo, ideal para juntarse en familia, hacer un asado, manguerear el pasto y lavar el auto. Como buen dominguero, uno podría hacer una sobremesa extensa para disfrutar el momento y comprar facturas para el mate. Pero, como también es válido dañarse crónicamente las retinas viendo jugar a la M-20 del Club Argentino de Rugby, aquí va el resumen para quienes sabiamente decidieron pasar el domingo de la primera manera.        

     El partido se presentó duro, áspero, desgastante y demás adjetivos temibles. Ambos equipos se apoyaron en sus fowards para imponer juego. Esto condujo a varias situaciones de contacto, scrums y penales. Más allá de todo, las inconductas de los jugadores fueron menores de lo esperado, fomentando el espíritu del deporte que esta columna apoya. El “Tino” solamente jugó 40 minutos con un hombre menos, producto de 4 amarillas. No importa quienes fueron los responsables. Preocupa que ni Santiago “Fantasma” Laggiard ni Cristobal “obeso” Carbone integren esa lista. No es algo normal en su naturaleza, se les realizaran estudios neurológicos en la semana.

     La rudeza de este match fue tal, que los ¾ no tuvieron muchas chances de desplegar su juego de destrezas. Tal fue el rol que tuvieron que asumir, que el 10 y capitán Pedro Straschnoy no solo participó de unos rucks, sino que se animó a involucrarse en un maul. Perdido como vegano en Burguer King, sorprendió al no continuar con la temporada de drops fallidos para demostrar que lo suyo es lo lírico, las cámaras y el gel. 

La fiereza del capitán, fotografiada.
      
     Los tres del fondo de este equipo, más allá de que los nombres varían, mantuvieron el horroroso rendimiento usual. Las pocas veces que los probaron con patadas (más que prueba, parecía un final de fisión nuclear II), los wines y el fullback hicieron de las suyas. Ramiro Ares, quien se puede decir que ya es un abonado a la columna, tomó varias pelotas de aire, resolviendo satisfactoriamente ninguna de ellas. Entre tackles recibidos, corridas de costado y pases comprometedores se puede destacar un ¿kick?. Cualquier wing de pura cepa se hubiera relamido con la pelota que tomó Ramsey en campo contrario y tragado una medida de cianuro luego de ver lo que hizo. A priori, la decisión de poner el juego adelante fue acertada, lo que vino después, no. Digamos que la pelota tomó contacto con su pie ¿hábil? derecho y no mucho más. La pelota no se elevó, asi que una patada para ganar terreno no fue, mucho menos para ir a cargar. El problema radica en que tampoco fue un “rastrón”. Pudo haber sido un rastrillo, un rastrojero, un rastrero (te llaman, Manuel), pero definitivamente no un rastrón. No se sabe que fue. Solamente que ese misil a media altura rebotó en la rodilla de un muchachito de Padua y produjo una contra casi letal. Manuel Bayerca, por su parte, repitió la “ramireada”, solo que esta vez la ovalada rebotó en Franco Ercomanco, cinco metros delante de donde se pateó, dejando en evidencia que nunca tuvo ganas de bajar y ponerse en juego. Los jugadores de Padua pedían por el penal. Muchachos, créanme, no fue intencional. Estos chicos le apuntan al piso y le erran, no hay chance de que esa, o cualquier otra jugada, haya estado predeterminada.       

     Este equipo, no solamente es patético mágico dentro de la cancha, sino lo que sucede fuera de ella también cabe para esa descripción. Facundo “Topo” Gamindez , que si reuniéramos todos los “contras” en una especie de libro o novela, sería el protagonista principal, siguió añadiendo, como no, eventos desafortunados a su prontuario, aún siendo reemplazado y desde un costado del campo de juego. Con el equipo ganando ampliamente, optó por preguntar la regla del “punto bonus” ofensivo. Por suerte allí estaba Ezequiel Vernola para iluminar a nuestro amigo. Una vez aclarada la duda, exclamó “Ahhh, entonces estamos tranquilos”… Try de Padua. Literalmente no más de 10 segundos para que su conjuro haga efecto. Por suerte solo fue un susto y la diferencia de tries fue de 3, obteniendo el punto bonus. Zafaste en esta, Facu. Te recibías de mufa aparte de manco.       

     Dicen que el recambio es fundamental en el rugby moderno, sino preguntenle a Juan Martín Duarte. Su entrada buscaba darle aire y juego a los 3/4. Aire le dio, ya que hizo uso de su cañon en el botín para mandar la pelota fuera de los límites en su primer movimiento. Una lástima que pateara fuera de las 22, se fuera directamente y le diera una posibilidad inmejorable al rival de atacar con un line en campo contrario. Está bien, estaba frío, es comprensible. Lo que no saben de Juancito,  es que tarda en entrar en calor. Segunda pelota en mano, observó el espacio con la pelota en el aire, cual celular buscando señal, para buscar pase por la espalda del contrario. Todo terminó en un knock-on y milagrosamente con costillas sanas. La tercera es la vencida dicen, pero la conversión que le tocó patear, hizo pensar a todos los presentes, si no tiene una aplicación en el Iphone para calibrar la mira, pues apuntó al quincho.       

     Terminó el encuentro, y como siempre es gracioso escuchar gritar a Fernando “El Alemán” Horisberger. Los jugadores se complotaron para armar una pequeña escaramuza, riña o tole tole, y al entrenador, que corrió unos 40 metros para dispersar a sus entrenados, la agitación y el ahogo lo persiguieron aún dos horas después de terminado el conflicto. Nada que unas “frescas” no puedan arreglar. De todas formas, el tino venció 29 a 5, sacando punto bonus y ubicándose primero e invicto en el torneo de la URBA de menores de 20 grupo I – desarrollo.   

PD: En el tercer tiempo siguieron los conflictos, pero esta vez, en el interior del plantel. Dos jugadores impulsivos, Laggiard y Duarte, osaron quitarle el cinturón de campeón

mundial peso glotón a Valentín Pastorini. Alguien gritó que solamente quedaban dos milanesas, lo que desató una carrera a muerte con plato en mano por parte de los 3 participantes. Al final valió la pena, porque todos obtuvieron un segundo plato. El único no conforme fue el campeón defensor ya que tuvo que compartir. Es ventajero y no convida, tiene un sapo en la barriga. 


Por Franco Ercolano





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